- No me acostumbres a ti, ni a tu risa matutina. No me mandes mensajes bonitos, ni me digas que me quieres. No me hables todos los días, ni me digas lo preciosa que soy en cada momento. No, no lo hagas. Tampoco intentes hacerme ver que soy especial, porque soy de lo más corriente.
- ¿Por qué dices eso? Siempre con las mismas historias.
- No son historias, son realidades. No quiero que hagas nada de eso, porque acabaré acostumbrándome. Lo haré, estoy segura y luego, llegará un día en que todo sea distinto y será a mi a quien realmente le duela todo esto.
- Sabes que no.
- Tú dale tiempo al tiempo. Verás que si.
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