viernes, 23 de marzo de 2012

A las niñas les enseñan muchas cosas: "Si un niño te pega, le gustas. Nunca trates de emparejarte el flequillo. Y un día conocerás a un hombre maravilloso y tendrás tu final feliz". Cada película que vemos, cada historia que nos cuentan, nos pide que creamos en ellas: El giro al final de la historia, la declaración de amor inesperada, la excepción a la regla. Pero a veces estamos tan obsesionadas por encontrar nuestro final feliz, que nos olvidamos de leer las señales. Las que diferencian a los que nos quieren de los que no, a los que se quedaran de los que se irán. Y quizá el final feliz no incluye un tipo maravilloso, quizá el final eres tú, sola recogiendo los pedazos y volviendo a empezar. Liberándote para encontrar algo mejor en el futuro. Quizá el final feliz solo consiste en seguir. O quizá este es el final feliz: Saber que a pesar de todas las llamadas y corazones rotos, a pesar de todos los errores y las señales malinterpretadas, a pesar de todo el dolor y la vergüenza, tú nunca, nunca perdiste las esperanzas. Puede que el final feliz sea simplemente pasar pagina

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