No uses a tu favor mi debilidad. Porque sabes que si me sonreís, caigo de nuevo en la incertidumbre de perder cada uno de los motivos por los que me alejé de vos. No seas desleal. No manipules todo el material que te di sobre mí, en todo este tiempo de idas y vueltas a tu isla. Quedate ahí, inmóvil, como siempre. Quedate inmóvil, pero completamente, sin usar siquiera las palabras, los gestos induciendo a la confusión. Quedate ahí, junto a tus miedos inmaduros, junto a tu grata certeza de saberte ajeno a los peligros que podría acarrearte el enamoramiento.
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